viernes

Soñando con Nicolás.



5 de julio de 2011.
Esta noche voy a encontrarme con Nicolás. Hace exactamente un año que no nos vemos, a mi mente incluso le cuesta recordar la totalidad de sus facciones. Era alto, delgado, tenía el cabello crespo y castaño. Lo único que recuerdo claramente es el sonido de su voz, que siempre me llenó de paz, incluso en las más duras adversidades.
Por fin, esta noche lo voy a ver.

6 de julio de 2011.
Mi noche con él fue algo por demás extraño.
Lo esperé en el lugar acordado, el cementerio, por más de 20 minutos. Cuando llegó, encapuchado y con la mirada perdida, me abrazo sin decir nada.
Le pregunté que le pasaba, pero se limitó a decirme que me iba a contar en otro momento, y sacó un cigarrillo para empezar a fumar.
Pero él no estaba conmigo esa noche, y su cuerpo estuvo allí por muy poco tiempo, porque apenas dieron las 00:00 horas, proclamó que debía irse para “atender unos asuntos”. Me acompañó hasta casa (al menos no había perdido su caballerosidad) y se fue con la promesa de que pronto volveríamos a vernos.
Pero, desgraciadamente, yo jamás pude creer en sus promesas. Un año atrás, el 5 de julio de 2010, también hizo una. La cual nunca cumplió.

7 de agosto de 2011.
Pasado ya un mes, no tengo noticias de él. Tampoco de sus amigos, ni de nadie que pudiera darme una pista de donde se encuentra. Se que aún está vivo, pero no puedo percibir en dónde se deposita ese cuerpo que, por ahora, sigue respirando y latiendo con la fuerza necesaria para mantenerse en pie.


3 de septiembre de 2011.
A pesar de no tener noticias de Nicolás hace casi dos meses, anoche soñé con él.
Estábamos juntos, y a la vez solos, en un gran campo mirando algo… que no recuerdo. Realmente llego a pensar que ese “algo” no existía.
Él me había dicho que cuando soñás con alguien, es porque esa persona estuvo pensando en vos.
Y si Nicolás piensa en mi, yo debo pensar en él.


17 de septiembre de 2011.
Otra vez soñé con él. Mamá dice que estoy obsesionada, o como la gente suele llamarlo, “enamorada”. Pero eso no es verdad.
Nicolás y yo mantenemos una relación de amor-odio. Nos queremos, nos deseamos, nos extrañamos, pero al mismo tiempo detestamos estar juntos. Es inexplicable, pero de cierta forma sabemos que hay algo en nosotros que no tolera el “ese algo” del otro.
Lo que me está ocurriendo es que lo siento en peligro. Se que algo le pasa, o que va a pasar, y por eso se esfuerza en aparecer repetidamente en mi cabeza. Simplemente estoy esperando algo que confirme eso.


25 de septiembre de 2011.
Creo que mis temores comienzan a confirmarse. Anoche me volvió a acompañar en mis sueños, pero esta vez no estaba sólo.
Lo veía en la calle, lo llamaba desesperada pero no contestaba a mis gritos. Corría tras él, pero se escapaba. No importa que tan rápido corriese, siempre iba unos pasos delante de mi, como burlándose. Dándome a entender que no podía alcanzarlo.
No despierta del todo, abrí los ojos. Vi mi habitación con los ojos nublados, todo estaba muy oscuro, y mi cuerpo estaba paralizado en la cama. Aunque quería moverme, algo me lo impedía; era como si alguien estuviese sentado sobre mi.
Al costado de mi cama, divisé una figura. Era una monja, no medía mucho más de 160 cm. Simplemente estaba ahí, no me miraba, sólo estaba parada a mi lado.
Me desperté repentinamente y me senté en la cama, con taquicardia y llorando, involuntariamente.
¿Qué está pasando, Nicolás?


23 de octubre de 2011.
Anoche tuve noticias de él. Su íntimo amigo, Mauro, me dijo que Nicolás se fue de viaje  con unos compañeros de la facultad. No me dijo a donde, porque el tampoco lo sabía. No supo contestarme ninguna de mis preguntas, pero al menos podría estar segura de que por ahora, aún estaba vivo.
Tengo la certeza de que mientras lo siga soñando, estará conmigo.


30 de octubre de 2011.
Hace días no tengo el placer, o el horror, de encontrarme con Nicolás en mis sueños.
Esta noche, cuando regresaba a casa de la facultad, sentí algo. Una mirada clavada en mí, mientras caminaba distraída.
Miré hacia la vereda del frente, y la vi. La misma monja que me había observado en mi cuarto, estaba allí, con su minúscula presencia. Nos miramos fijo por un segundo, usaba lentes.
Volví la mirada por un segundo al camino, y cuando giré con la esperanza de volver a observarla, ya no estaba allí.


3 de noviembre de 2011.
Nicolás está internado. Hizo un viaje “espiritual”, según lo definió su madre. Viajaron buscando una salvación, otro camino. Algo en que apoyarse, pero en lugar de encontrarlo, sólo pudo caerse un poco más.
Tuvo una sobredosis.
Verlo en la cama del hospital me hizo entenderlo todo. Me estaba pidiendo ayuda, pero no lo supe comprender.
Pero ahora veo todo muy claro. Y sólo ahora, que puedo ver todo así, es que he dejado de soñar con él. Con Nicolás.

------------------------------------------------------------

Segunda parte de la historia: Cartas para Ludmila

No hay comentarios:

Publicar un comentario