miércoles

E irme.


Un pasillo largo y oscuro era lo único que ella veía desde la cama, donde permanecía quieta, con los ojos de par en par, esperando a su cónyuge que había huido luego de una pelea.
   Una hora, dos, tres. Toda la madrugada corrió tan rápido como la vida misma, la puerta seguía cerrada y el pasillo, oscuro y solitario. Ella seguía en cama, sin intención alguna de levantarse.
   A las 7 de la tarde, cuando el sol comenzaba a morir otra vez, llegó aquello que esperaba.
- ¿Me vas a decir dónde estuviste todo el día?
- Estuve por ahí, haciendo lo que hace mucho tiempo no hacía.
- ¿Qué cosa?
- Vivir. No vine a... volver.
- ¿A qué viniste entonces?
- Vine a buscar mis cosas e irme
- ¿A dónde te vas a ir? - La expresión del rostro de ella no mutaba, era una roca.
- Me voy a algún lugar donde me dejen ser. Y es para siempre. 
- No va a ser asi, ¿Sabés por qué? Porque hace muchos años me dijiste que nuestro amor era para siempre...
Él solo la mira, junta sus cosas y corre de vuelta, dejándola en la misma posición que se encontraba cuando comenzó esta historia.



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