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01 de julio de 2011.
Necesito que nos veamos esta noche, Ludmila.
Hay cosas que siento que debo decirte hace mucho tiempo, pero sabes que hay
algo viviendo en mi mente que me obliga a callarme todo esto.
Se que te cuesta confiar en mi
desde aquel 5 de julio hace un año, pero necesito verte esta vez.
06 de julio de 2011.
Hace un año que te hice la promesa de nunca
dejarte sola. Se que no lo he cumplido del todo, y que no estoy en condiciones
de fallar aún más en mis palabras.
Y lo lamento, Ludmila, pero esta vez tenes que
entender que necesito tiempo para mi, me perdí a mi mismo hace meses y quiero
volver a encontrarme.
Recién vuelvo de verte, aunque fue tan poco
tiempo, ya que tuve que irme para resolver los últimos detalles del viaje que
voy a emprender. No te lo dije en el momento porque sabía que no me ibas a
entender e ibas a comenzar a cuestionarme o sermonearme, siempre velando por mi
seguridad.
Esto no es un adiós para nosotros, se que vamos
a volver a vernos, prometo (Esta si es una promesa que cumpliré) escribirte
siempre que me sea posible.
04 de septiembre de 2011.
Anoche llegamos a Tucumán, somos cinco personas juntas en este viaje, todos consideramos que en el trayecto que vamos
a hacer, que no tiene realmente un destino ni un final determinado, podremos
encontrar eso que hace tiempo perdimos. A nosotros mismos. Podría contarte
sobre ellos, pero se que no van a importarte. Se que muy poca gente te importa,
y me siento honrado de ser una de ellas.
Se que no vas a poder escribirme, porque por
tiempo indeterminado no tengo un domicilio fijo, pero al menos vas a poder
saber de mi.
Anoche soñé con vos, y como alguna vez supe
decirte, cuando soñás con una persona es porque ese alguien se fue a dormir
pensando en vos. ¿Pensás en mí, Ludmila? Porque yo pienso en vos todo el
tiempo.
15 de septiembre de 2011.
Las cosas no están yendo tan bien como
esperábamos. En realidad, creo que nadie sabía que esperábamos, pero se
claramente que no era lo que nos está pasando.
Anoche, vagando por una de las calles de esta
ciudad en que estamos (No puedo recordar cual es, ni hace cuanto tiempo estamos
viajando…) asesinaron a uno de nuestros compañeros espirituales. Sin motivo ni
razón aparente, simplemente un desconocido apareció en el cruce de caminos de
una esquina, gritando que nuestra fortuna ya estaba cantada, y clavó sin más un
cuchillo de cacería en el corazón de Martín, uno de nosotros. Luego huyó, sin
dejar rastros. Nadie pudo verle la cara.
Martín solo estaba buscando un nuevo comienzo…
es tan irónico que su nuevo despertar no sea más que un mórbido final.
Ludmila, a veces siento que no voy a volver de
este viaje. Perdoname, perdoname por nunca cumplir mis promesas…
26 de septiembre de 2011.
Anoche volví a soñarte. Pero esta vez eras
diferente, no me veías con los ojos de siempre. Estabas triste, no se a raíz de
que, no quisiste contarme. Te siento rara, Ludmila, y eso que no puedo sentirte
de cerca.
Todavía no estoy muy seguro de donde estamos,
en realidad creo que nunca nos movimos de este lugar al que llegamos en algún
momento. Sólo quedamos 4, cuando supimos ser 5. Nadie recuerda que pasó con el
cuerpo de Martín. Pero al fin y al cabo, todos vamos a terminar como él… ¿No?.
No puedo hacer muy extensa mi carta de este
día, porque vamos a participar en algo que en este lugar llaman “ritual de
purificación”, para que alcancemos un nivel de tranquilidad superior. Creo que
así podré ver, por fin, el camino que tengo que seguir para encontrarme.
Casi olvidaba decirte, Ludmila, que en este
extraño sueño, ibas vestida de monja.
10 de octubre de 2011.
Cada vez vamos quedando menos. ¿Recordas que
solíamos ser 5? Ahora sólo somos 3.
La noche parece haberse tragado a Belén. La
noche de este horroroso lugar en el que estamos.
Tengo miedo, Ludmila. No se donde estoy, apenas
puedo recordarme, el único recuerdo que tengo vivo en mi es el del brillo de
tus ojos. Pero, por desgracia, ni siquiera ellos me sacan de este tormento.
Por favor, te pido, que cuando leas esto pidas
ayuda. Buscá a alguien, a mis padres, aunque me odien… creo que podrían
compadecerse de mi. Por favor, Ludmila, por favor…
Por favor ayudame.
28 de octubre de 2011.
A pesar de que somos pocos, y cada vez vamos a
ir siendo menos, aún no pierdo la fe de volver a encontrarme.
Se que cada vez vamos a ser menos… este lugar
parece consumirse a la gente. O quizás somos nosotros que nos consumimos, hasta
desaparecer en el suave viento de la noche oscura.
Te extraño, Ludmila. No entiendo porque aún no
enviaste ayuda, siendo que te lo pedí tan encarecidamente. ¿Seguís enojada
conmigo por que nunca cumplo mis promesas? Por favor no me juzgues, te necesito
en este momento, o la oscuridad me va a consumir a mi también…
Anoche me pasó algo muy extraño, camino a quien
sabe donde durante plena madrugada, alguien me preguntó la hora. Era una monja,
no medía mucho más de 160 cm ,
y por extraño que te suene, sus ojos brillaban igual a los tuyos.
01 de noviembre de 2011.
Me desperté súbitamente a las 3 AM exactamente,
según indicaba mi reloj de pulsera. Y me dí cuenta… la oscuridad está empezando
a consumirme. Este lugar está apunto de llevarme a mi también. Ludmila, aún no
puedo entender porque te negaste a ayudarme, pero creo que debés tener tus
razones. Lamento no haber estado siempre con vos, como juré ese 5 de julio de
2010. Lo lamento mucho… Ludmila.
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Ludmila no recibió ninguna de las cartas que
Nicolás escribió desde el día 6 de julio, puesto que; a pesar de que él
pensaba que las enviaba, nunca fue así. Dentro de su delirio, las ponía en un
sobre, y las introducía en su mochila. Luego se sentaba durante largas horas al
lado de la misma, como esperando que ella las leyera. Y sonreía…
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