domingo

No se como olvidarme de ella.

   "No se como olvidarme de ella" solía repetir Estanislao, cargando con el pesar de la partida de su novia, la dulce Carmela. Claro que Carmelita no había sido tan dulce a la hora de su adiós, pero el muchacho prefería recordarla como el puro y cariñoso ángel que le había dado un gran regalo: Haber conocido el amor verdadero.
   Pero como nada es gratis en la vida, él tuvo que pagar un precio por haberse sentido tan puramente feliz, y ese fue el de sentirse puramente infeliz luego.
   "No se como olvidarme de ella" nos repetía Estanislao, cargado con el pesar de la partida de la dulce Carmela.
   Todos tratábamos de hacerle entender que el ser humano no puede olvidarse, sino que deja de recordar con tanta frecuencia. Con el pasar de los días los pequeños gestos van desapareciendo, y sólo quedan en tu mente las gruesas pinceladas de la personalidad del otro. Pasado ya un tiempo prudente, con suerte, sólo recuerdas brutamente sus facciones.
   "No se como olvidarme de ella" se repetía a si mismo Estanislao, mientras se miraba al espejo, con el pesar de la partida de Carmela.
    Pero entre tanto y tanto, entre tanto llanto frente al espejo, el podía ver algo más que el recuerdo de su amor. Podía verse a si mismo, a lo que siempre había sido y había empezado a olvidar. A eso que ahora quería volver a salir.
   "No se como olvidarme de ella" comentaba a veces, cuando se acordaba del pesar que suponía la partida de ella.
   Una noche, Estanislao se fue a dormir con la satisfacción de haber tenido un maravilloso día, y se durmió en paz, sin la necesidad de tener que llorar el recuerdo de la dulce Carmela.
   Anoche, lo invité a tomar un café.
- ¿Seguís sin poder olvidarte de ella?
- ¿De quién?

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