Estamos frente a los cambios de nuestra vida, a una etapa en
la que cada uno toma su rumbo y comienza a crecer, donde nos damos cuenta quién
vale la pena y quién no. O al menos, eso me está pasando a mi.
Nunca me había dado
cuenta de que esa frase de “los amigos se cuentan con los dedos de una mano”
era tan real.
Y miro para atrás desde donde hoy estoy, y veo a tanta gente
que dejé, a tanta que me dejó (tantos que nos dejamos mutuamente).
Y quizás a su momento dolió ver eso, sentir la distancia y
el frío en la piel donde siempre hubo calor y amor, pero hoy… creo que asi es
mejor.
Hoy en día hay gente
que antes en mi vida era un 10, y hoy ni siquiera están en el banco de
suplentes. Pedí el cambio de esos hace rato, para un mejor manejo de mi juego,
de mi vida.
A la gente hermosa
que hoy me ayuda, me apoya, y me hace sentir que tengo en quienes apoyarme
cuando me siento caer, debo agradecerles por todo lo que me dan (mis amigos de verdad, quienes lean esto, van a saber que hablo de ellos). Y a quienes
decidieron salir de mi vida, simplemente dejarlos ir y desearles una buena
vida.
Aprendiendo poco a
poco, dando al tiempo su lugar.
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