Era un día como cualquier otro, quién podría
saber que iba a volver a verte. Me dijeron que ibas a venir, y disimulé la
sonrisa, pero sonrío todo dentro de mí.
Te vi, te abracé. Había pasado tanto
tiempo, pero ahí estabas. Con tu aroma, el que jamás pude sacarme de la piel,
tu sonrisa, tu hermosa mirada.
Tenía timidez al principio, miedo, como si
fuera la primera vez que estaba con vos. Me alejé un poco, pero todo el cuerpo
me empujaba a tocarte. De pronto rozaste mi mano, una electricidad corrió en
mi, desde el corazón a los dedos…
Otra vez te sentía. Otra vez tu mano fundiéndose
en la mía, como el hielo de mi corazón que se había congelado por alejarme de
vos.
Sentir tus labios de vuelta fue una
bocanada nueva de aire que me renovó por completo. Llenó todo el ambiente, ese
ligero roce, esa sonrisa de por medio. Ese deseo de no soltarte jamás.
Tus abrazos, tu aliento, tu sonrisa, tus
palabras, tu voz. Todo en voz era tal como lo recordaba, puro, sincero; sin
dobles caras. Con ese amor, el que tanto había extrañado.
No te alejes tanto de mi… no me dejes, no
me sueltes, puedo enloquecer. Sin tus caricias… ¿Qué va a ser de mi?. Tantas
estrofas, tantas canciones, tanto de todo viene a mi con tan solo tenerte
cerca, y oírte respirar.
Pero en un momento, nos tuvimos que
separar. Pero sin embargo, esos besos, esa piel, todo en vos, está marcado en
mi como un tatuaje que jamás quiero borrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario